Al encontrarse por casualidad en la playa, las dos chicas rosadas sintieron una atracción tan fuerte la una por la otra que decidieron continuar la maravillosa velada juntas. La rubia invitó a la morena a jugar al billar, pero en cambio abrió las piernas y le dio a su nueva amiga una lamida de gorra. Sentados sobre una tela verde, los nudos de un reloj en la pose 69 se llevaron el uno al otro hasta el dulce final.